Como bien se sabe, el
Cacique Huaranga y su pueblo ya tenían la música que a los oídos de la Carna y del Valerio, entre
sueños, los llegó modulada por el susurrar de la brisa juguetona entre las
ramas de los árboles; el cantar del agua en la corriente de los ríos, el gorjeo
de las aves en la espesura de los bosques de nuestras montañas, y, el gemido
prolongado, lastimero y distante de nuestra puna andina: EL CARNAVAL DE
HUARANGA que complacidos lo escucharon un día. La entrega se realizó en la
forma más solemne y grandiosa cual exigía el alto respeto, consideración y
aprecio que siempre se le había guardado al Gobernante. Era una música no
producto del ingenio o inspiración humanos. Quizá, más bien, era algo que
Pachacámac, desde lo alto de su cielo siempre azul y sereno había ordenado que
las voces de la Naturaleza
empleando su tierno lenguaje, el más elocuente para llegar a lo íntimo del
corazón humano, impresionara alegremente triste sus notas a los oídos de esa
pareja de enamorados. CARNAVAL DE HUARANGA, música especial que no era
posible, según el decir del Cacique y de sus consejeros, se la emplee en una
fiesta cualquiera. Era algo que venía desde lo alto, y, en algo que tenga altura,
mucha altura y significación la emplearían. Y fue así que al recorrer la
brillante trayectoria de la vida del Asiento, encontraron una la de más
significación y que, sin consideraciones de clases sociales, edades, sexos y
condiciones físicas y morales, la celebraban. Celebración en que todos,
absolutamente todos gozaban por igual. Durante tres días completos, en la
segunda luna de cada año: bailaban, jugaban, bebían y comían donde y por donde
les brindaban los bocados más exquisitos y abundantes, incluso la única bebida
de que disponían en aquellas tiempos: la bien sazonada chicha de jora. La
emplearían en esa celebración en que Gobernante y gobernados olvidando los
duros sufrimientos de la vida que, no siempre sabe brindar camino de rosas, se
dedicaban exclusivamente a desbordar de alegría la existencia.
Era una celebración que desde tiempos atrás venían haciéndola en homenaje al Cacique por su
natalicio. Se hacían grandes preparativos para regocijos populares, como para
servicio de viandas. Especiales viandas para tal acontecimiento que se iniciaba
con una concentración de grandes grupos de hombres y mujeres venidos desde
lugares cercanos y aún lejanos del Asiento.